Barcelona y su código de colores de movilidad postcovid


Hace ya tres meses que Barcelona empezó a moverse de otra manera. El fin del confinamiento trajo un rediseño parcial del paisaje urbano que se ha ido consolidando y ha plantado raíces sólidas, pese a la resistencia inicial de una parte de los ciudadanos y la oposición de colectivos profesionales. No fue una operación a corazón abierto, sino más bien un acto de cirugía no invasiva. Una humilde laparoscopia para sanear las arterias de una ciudad que empezaba a recuperarse de una pandemia.

A mediados de junio, el ayuntamiento presentaba un paquete de intervenciones urbanísticas urgentes –el encarecimiento del precio de la zona azul de aparcamiento, nuevos carriles bici y pacificaciones o cortes de tráfico puntuales como el de Via Laietana, una de las principales vías de la ciudad– que, en esencia, pretendían ampliar el espacio disponible para peatones, ciclistas, comercios y servicios en detrimento del que ocupaban los coches (una idea que ya planteó José María Ezquiaga para la ciudad de Madrid, aunque con poco éxito). Y aunque debamos acreditar el mérito a un pandemia mundial, es la primera Semana Europea de la Movilidad –del 16 al 22 de septiembre– que las ciudades reciben con una transformación tan radical del espacio urbano compartido, un camino que se debe celebrar.

En Barcelona, lo describieron como un plan provisional de movilidad poscovid, pero fue planteado desde el principio como algo más, como un proyecto de transformación a medio plazo. En muy pocos días, de manera sencilla y por un precio modesto en términos de urbanismo (4.400.000 euros, según fuentes municipales), la ciudad se dotó de nuevos corredores exclusivos para bicicletas, incrementó su red de carriles bus, convirtió parte de las calzadas en ampliaciones provisionales de las aceras y pacificó o peatonalizó de manera parcial varios tramos de calles.

Meses después de la intervención, el arquitecto y periodista Juli Capella la describe como “una iniciativa fantástica, un intento de humanizar la ciudad y devolvérsela a sus habitantes”. Un conjunto de acciones “conceptualmente claras y rotundas, aunque con errores de ejecución puntuales y creo que muy comprensibles”.

Fuente: elpaís.com